miércoles, 7 de enero de 2009

NUESTRO PRIMER DEBER

El primer deber de todo venezolano, según reza la Constitución , es el de "honrar y defender la Patria , sus símbolos y valores culturales, resguardar y proteger la soberanía, la nacionalidad, la integridad territorial, la autodeterminació n y los intereses de la Nación ". En pocas palabras, para quien se diga o sienta que hace parte vital de ésta, Venezuela ha de ser siempre lo primero.
El comentario o, mejor todavía, la afirmación viene al caso dada la noticia de que el Presidente de la República permitió que la bandera cubana ondease en el Panteón Nacional; templo decretado en su existencia hacia 1874 y a cuyo efecto dispuso el presidente Guzmán Blanco de la antigua iglesia de la Santísima Trinidad , y que es el símbolo por excelencia de nuestra memoria e identidad nacional. Tanto es así que a sus honores sólo pueden acceder los venezolanos ilustres quienes hayan prestado servicios eminentes a la Patria y luego de transcurridos 25 años de sus fallecimientos. Pero ello no basta. Se requiere de una decisión solemne de la Asamblea Nacional , por ser ésta, en teoría, la depositaria natural o la expresión viviente de la soberanía popular, y una vez como le hayan formalizado una recomendación al respecto el Presidente de la República , las dos terceras partes de los gobernadores de Estado o el plenario de los rectores de nuestras universidades nacionales. Nada menos.
No obstante lo anterior, la sola visita a Venezuela del Presidente de Cuba, Raúl Castro, y su presencia en el Panteón o los honores de rigor que a éste se le hayan rendido -el ondeo de su bandera o la escucha de su himno- carecerían de toda significación sin el contexto que los adornan. Es obligante, cabe observarlo, que todo visitante extranjero con representació n de Estado rinda homenaje al Padre de la Patria , ante sus restos, sitos en el Panteón, y lo es también que al momento, presidiendo el acto las banderas de la nación anfitriona y de la nación visitante, se escuchen los himnos de Venezuela y del país que tributa su respeto por nuestro Libertador.
La dignidad o indignidad del respectivo visitante, su admisión o no al Panteón en calidad de huésped, pues, es un asunto sujeto a la decisión de pertinencia gubernamental y conforme a los usos diplomáticos; pero corresponde al libre juicio de la opinión pública criticar o no tal decisión por inconveniente. Y nada más. Pero el contexto, cabe repetirlo, en el caso del presidente Castro es otro. De allí la legitimidad de la irritación que causó su presencia en la catedral de nuestros héroes. Mas no es suya la culpa, sino de su anfitrión, Hugo Chávez Frías, quien si acaso lleva mal el título de Presidente de "todos" los venezolanos, peor aún le calza el de Oficial Superior de nuestro Ejército de Libertades.
Relaciones cordiales y hasta privilegiadas con determinadas naciones extranjeras las han tenido todos los gobiernos precedentes al de Chávez Frías, desde el mismo instante en que nace la República. Ninguno , sin embargo, permitió, por respeto a la dignidad soberana del país y por amor a lo venezolano, que los ministros y funcionarios de aquéllas despachasen sobre nuestros asuntos como si fuese cosa propia y dentro de nuestras oficinas públicas, en comunidad con nuestros funcionarios. Ningún oficial o soldado de nuestra Fuerza Armada, para ascender u obtener los grados de su carrera, tuvo que rendirse ante los pies de ningún gobernante extranjero o someterse a la vigilancia de sus comisarios. Y en la hora de la repartición de nuestra riqueza, todos nuestros presidentes y legisladores, hasta los más indolentes y desprevenidos, tuvieron el cuidado de satisfacer primero las necesidades del país antes de aplicar recursos a la cooperación con pueblos extraños.
No es un cuento, antes bien es un dato de la realidad que al visitar Fidel Castro Venezuela en 1959, una vez como triunfa su revolución contra el dictador Batista, y al entrevistarse aquél con el presidente electo, Rómulo Betancourt, le pidió a éste como regalo unos barriles de petróleo. Y al rompe, Rómulo le dijo que siendo el oro negro la fuente de sustentación de Venezuela, el que lo quisiera debía pagarlo en contante y sonante. Desde entonces surgió un desencuentro que, de espaldas a sus deberes como venezolano zanjó en beneficio de Castro el actual inquilino de Miraflores.
Desde que asumió la Presidencia este soldado de la traición no ha hecho sino lo contrario de cuanto practicaran, para la dignificación de la Patria , sus antecesores. Y no sólo es que veja con ello a la milicia y ofende en sus sentimientos íntimos a los venezolanos; sino que, hasta se permite someter al dictado del gobernante de La Habana sus acciones como gobernante de Venezuela y escucha para ello, incluso, el criterio determinante del pro cónsul cubano en la ciudad de Caracas. Las necesidades que hoy se privilegian en la Casa de Misia Jacinta, pues, son las cubanas. Luego, si caben o alcanza para ello, se atienden las de los venezolanos. ¡Nada más insolente!
Al observar la bandera del pueblo de Martí sobre nuestro suelo patrio, cabe preguntar si Hugo Chávez Frías, quien mal habla y despotrica de sus mismos conciudadanos en el exterior, ¿acaso es o se siente venezolano? ¿Tiene conciencia de su primer deber de ciudadano, que es anterior y superior a sus deberes de gobernante?
Entre líneas
-Con la mirada en el 2010. 2009 será un año muy exigente. La sociedad democrática no sólo habrá de atender y confrontar, con entrega total y mucha reciedumbre, el intento de enmienda constitucional planteado inconstitucionalmen te por el Presidente a fin de quedarse en el poder para siempre. Debe irse organizando, desde ya, para definir a tiempo y sin las controversias que tuvieran lugar a propósito de la elección de gobernadores y de alcaldes, las candidaturas a la Asamblea Nacional. El rescate de este poder y su dignificación como cuerpo soberano y contralor de la Administració n Pública es esencial para el reordenamiento democrático de la República. No es poca cosa.
-Entre íconos y mitos. El gobierno de los Kirchner tuvo el desatino, muy al estilo de su mecenas, Hugo Chávez, de proponer al Che Guevara, a Carlos Gardel, a Eva Perón y al mismísimo Maradona como íconos y representantes de la argentinidad para la Feria del Libro Frankfurt 2010. Olvidaron a Domingo Faustino Sarmiento -tan admirado por Andrés Bello- y a la poetisa y escritora Alfonsina Storni. Nada que decir de Julio Cortázar o del grande entre los grandes, Jorge Luis Borges, quienes no existen para la memoria ni la lectura de quienes hoy ocupan la Casa Rosada. En buena hora llegó la respuesta oportuna del autor de Comediantes y mártires, el crítico literario porteño Juan José Sebreli: De Eva, afirma que fue machista y represora de las huelgas; al Che lo tilda de guerrillero fracasado; sobre Gardel cuenta que hizo apología de las dictaduras militares; y en cuanto Maradona, lo ubica dentro de la "izquierda caviar" y califica de "jugador tramposo", por ende "ídolo de una sociedad que concibe la nación como [al tango Cambalache] una entidad más allá del bien y del mal, ... que cree que la ley está para ser violada".

No hay comentarios:

Publicar un comentario